Carta oberta

Respetable Sr. Don Ángel María Villar Llona, presidente de la Real Federación Española de Fútbol,

(o a quien corresponda)

Soy un joven de 21 años amante -como supongo que usted debe serlo- del fútbol y deseoso de volverlo a practicar desde que llegué a Alemania el pasado septiembre. Me uní al equipo del pueblo en el que vivo, el FC Ebersberg, cerca de Múnich y que milita en la B-Klasse, una de las ligas más bajas del fútbol alemán.

Hoy hace dos meses dicho modesto equipo mandó mis datos a la Federación Alemana de Fútbol para que revisara mi discreto historial como futbolista en España, comprobar que no soy un profesional y así tener una ficha y ayudar a mis nuevos compañeros, ahora en la última posición de su grupo. A 18 de noviembre la Federación Española no les ha contestado siquiera para reírse de mi triste calidad como deportista. Pero no hay prisa alguna.

El mismo día de septiembre se mandaron peticiones de ficha a Italia, Inglaterra, Rumanía, Turquía y Kosovo. Me alegro por mis compañeros que ninguno era español porque hace ya un mes que todos debutaron. Los dos primeros fueron los turcos, la primera semana de octubre. Temía el ex yugoslavo ser el último, dada la poca confianza que le transmite su reciente país, pero fue el segundo, justo una semana más tarde, junto al inglés. Luego vinieron los otros dos chicos mientras un servidor sigue esperando. Desde hace semanas, la frase más repetida por todo el equipo es "qué diablos pasa con tu ficha?". Pero no hay prisa, para nada.

Muri, el kosovar, ya metió tres goles la semana pasada y me dedicó el último a mí, puesto que transmito cierta pena al ver que asisto paulatinamente a los entrenamientos pero luego veo los partidos desde la grada. Con muchas risas y una pobre imagen abastece mi actual país a mis compañeros. Dicha imagen ya era algo triste y más desde que un miembro del equipo descubrió que el nuestro es uno de los países con más funcionarios de Europa. El pobre Günther, delegado del equipo, ya ha mandado una docena de correos electrónicos a la Deutsche Fussball Bund, ya harta de insistir que el problema no está en Alemania, que España sólo debería darles un "ok" y que mi historia podría encontrarse perfectamente en uno de los textos de Mariano José de Larra, quien criticó, con un agudo Vuelva usted mañana, la triste y lenta actividad del funcionariado español. El entonces joven escritor redactó dichas líneas en el año 1833. Si tras 180 años el país no ha sido capaz de solucionar este grave problema, no voy a ser yo quien exija ahora prisa a tan longevo servicio.

A causa del frío, el fútbol en Alemania cesa unas semanas -en el caso de las ligas punteras- o incluso meses en invierno. En el caso de las tres últimas divisiones, este fin de semana es la última jornada. La Liga reemprende su marcha a primeros de marzo y tengo mis dudas de que pueda jugar entonces. Mantengo la esperanza pero sepan que, si tengo que recibir mi ficha el lunes que viene, se oirán risas -y considerablemente sonoras- desde muy lejos de donde se encuentra usted. Pero para nada me enfadaría yo, contentísimo con saber que, tan solo seis meses después, puedo jugar un partido oficial. Mándenlo cuando puedan y sin apresurarse. No querría yo ahora obligarles a hacer su trabajo rápido y mal. Ya les he mandado mi historial por el fútbol territorial. Si puedo hacer algo más para ayudarles -véase escribir la letra o o bien la letra k, equivalentes cada una al 50% de su trabajo-, no duden en comunicármelo.

Gracias por dedicarme estos minutos de su apreciado tiempo.

Suyo afectísimo y seguro servidor,

Albert Bermúdez Oliveras